Psicología de la motivación

 

PROCESO MOTIVACIONAL

La motivación es un constructo utilizado tanto para la explicación de por qué un gato comienza a arañar azarosa y compulsivamente una caja hasta que logra dar casualmente con el mecanismo de salida, como para el caso del adolescente que se queda en su casa estudiando el mes de agosto mientras sus amigos están en la playa, o aquél que tiene la afición de lanzarse desde lo alto de los puentes sujeto con una cuerda elástica. En éstos, como en muchos otros casos más dispares todavía, se responde que aquel animal, o aquella otra persona, están motivados para ejecutar dicho comportamiento. En cualquier condición es la motivación la que explica por qué se ha efectuado una determinada conducta, o por qué estaba en disposición de realizarse.

 

La historia de la psicología de la motivación es el intento de una disciplina por comprender los aspectos dinámicos de la conducta. Y cuando decimos esto nos referimos a las variables responsables tanto del inicio e intensidad del comportamiento, como de la dirección del mismo. El propio concepto de motivación no es sino un constructo hipotético que designa a una serie de variables que están relacionadas con estas dos dimensiones conductuales.

La mayoría de las concepciones teóricas reconocen que el proceso motivacional contiene dos dimensiones fundamentales que lo definen y caracterizan, que son la dirección y la intensidad. Mediante la dirección se hace referencia a la tendencia a acercarse o evitar un determinado objetivo o meta. La intensidad da cuenta de la magnitud de la conducta de acercamiento o evitación. La forma de abordar dichas dimensiones, así como el énfasis que confieran a alguna de las variables intervinientes, será lo que diferencie a las múltiples teorías que sobre la motivación se han dado.

VARIABLES Y DIMENSIONES IMPLICADAS EN LA MOTIVACIÓN

 

Necesidad

La motivación depende tanto de la necesidad, como del incentivo. Tradicionalmente se ha entendido a la necesidad como un estado carencial del organismo, que precisa de la consecución de un objetivo determinado para la supervivencia o para conseguir un estado deseable.

El concepto de necesidad también se entiende como una tendencia interna de organización que parece dar a la conducta tanto unidad, como dirección. Ya en 1938, Murray postulaba la existencia de instigadores externos (press) que incitarían al organismo a una reacción unitaria del mismo modo que la propia necesidad. Con los press, Murray reconoce la importancia de los factores externos en la inducción de la conducta.

No todas las necesidades tienen igual poder motivador. Hay autores que han establecido una organización de éstas, de las cuales la elaboración más conocida es la que realizara Maslow en 1954, quien expuso una ordenación jerárquica de las necesidades humanas, desde las fisiológicas primarias de supervivencia, hasta la necesidad superior de autorrealización. Conforme se satisfacen las necesidades inferiores aparecen otras de orden superior que determinan la conducta motivada. Hasta que no se satisface una necesidad, el individuo depende de la misma y la conducta y el resto de procesos psicológicos están dirigidos para satisfacerla. Para Maslow el orden en el que se satisfacen dichas necesidades es jerárquico, comenzando por las necesidades de supervivencia (fisiológicas y de seguridad) y siguiendo por las de amor y pertenencia, estimación y autorrealización.

El concepto de necesidad, en definitiva, define las dos dimensiones principales de la motivación, ya que orienta a la ejecución de una conducta determinada (“necesidad de algo”) y es responsable de la intensidad y duración de la misma, por el diverso grado de necesidad que se tenga.

1.       VARIABLES BIOLÓGICAS

1.1.  Homeostasis

1.1.1.       Sed

1.1.2.       Hambre

1.1.3.       Sueño

1.1.4.       Conducta sexual

1.2.  Activación

1.2.1.       Activación y rendimiento

1.2.2.       Activación y estado emocional

1.2.3.       Activación y trastornos fisiológicos

2.       VARIABLES DE PERSONALIDAD (TENDENCIAS PERSONALES DE ACCIÓN)

2.1.  Motivación intrínseca

2.1.1.       Características de la motivación intrínseca

2.1.2.       Desarrollo de la motivación intrínseca

2.2.  Motivos

2.2.1.       Motivo de logro

2.2.2.       Motivo de poder

2.2.3.       Motivo de afiliación

2.2.4.       El amor

3.       VARIABLES COGNITIVAS

3.1.  Propósitos, metas, planes

3.2.  Congruencia y consistencia

4.       VARIABLES EMOCIONALES

4.1.  Hedonismo

5.       VARIABLES CONDUCTUALES

5.1.  Control por el estímulo de la conducta motivada

 

Incentivo

 

El incentivo es el segundo de los factores principales de los que depende la motivación y puede definirse como la consecuencia obtenida por la realización de la conducta motivada. Tales consecuencias pueden ser apetecibles y consecuentemente generar una conducta dirigida hacia la consecución del incentivo, o aversivas e inducir una conducta de evitación o escape. El incentivo depende de dos factores fundamentales, la expectativa subjetiva de que pueda conseguirse y el propio valor de éste.

Aquí son especialmente indicadas las aportaciones de las teorías basadas en el modelo Expectativa x Valor, según el cual, la tendencia de aproximación (o evitación) a una meta u objetivo dependerá de la atracción (o repulsión) que produzca dicho incentivo (es decir, de su valor), así como de la expectativa de resultado.

La expectativa indica la probabilidad subjetiva que tiene el sujeto de alcanzar el objetivo, es decir, una anticipación cognitiva del resultado de la conducta.

El incentivo se refiere a la intensidad de atracción o repulsión que posee dicho objetivo en una situación determinada, es decir, lo atractivo de las consecuencias de la conducta. El valor del incentivo también está en función de la dificultad de la tarea, o lo que es lo mismo, de la probabilidad de éxito. En el caso de incentivos positivos, cuanto más difícil resulte la tarea, mayor valor adquirirá el incentivo (relación lineal positiva). Así pues, el valor de incentivo de éxito (Ie) estará en función de la probabilidad de éxito de la tarea

Un incentivo puede aumentar o disminuir su capacidad para atraer o evitar una conducta determinada en función de las consecuencias de la misma, consecuencias que afectan al estado motivacional. Así, los efectos de control de la conducta motivada por parte del incentivo dependen de su “oportunidad”, es decir de la capacidad que tenga para solucionar el estado de necesidad de ese momento determinado.

1.       VALOR DEL INCENTIVO

1.1.    Magnitud y calidad del incentivo

1.2.    Demora en la presentación del incentivo (contigüidad)

1.3.    Cambios en la cantidad y calidad del incentivo

1.4.    Facilidad de obtención del incentivo

2.       PROBABILIDAD SUBJETIVA DE ÉXITO

2.1.    Relación de contingencia entre la conducta y el incentivo

2.2.    Expectativa de eficacia

2.3.    Atribución de causalidad

 

 

Impulso e instinto

1.       Impulso

Uno de los conceptos históricamente más relevantes en Psicología de la Motivación es el de impulso. Abarca los agentes internos responsables de la conducta motivada y ha servido para entender tanto el hecho de que en algunas ocasiones se pone en funcionamiento una conducta sin instigadores externos de la misma, como el que en determinadas condiciones internas del organismo un mismo instigador produce respuestas diferentes.

Tradicionalmente se entiende que el impulso aparece debido a un desequilibrio biológico (privación, alteración por la presencia de estímulos aversivos, etc.) y actúa como energizador de todos los hábitos, es decir, hace que éstos se ejecuten con más facilidad o intensidad.

Habitualmente se suele entender al impulso como un mecanismo homeostático que intenta recuperar la estabilidad después de un desequilibrio generado por diferentes agentes.

En resumen, el impulso se ha considerado desde diferentes posiciones teóricas como la variable energizadora que emerge directamente de un estado de necesidad e impele a la ejecución conductual. Pese a ello, no siempre existe una relación positiva entre impulso y conducta, sino que otras variables como las tendencias de acción, o los hábitos modulan su influencia. Es decir, actúan en conjunción con otras variables para producir o inhibir determinadas reacciones conductuales.

2.       Instinto

El instinto ha sido uno de los conceptos más criticados, debatido y revocado de la historia de la motivación, especialmente por el abuso que se hizo de él a principios del pasado siglo y por sus connotaciones vitalistas y teleológicas, que nunca fueron bien vistas por las orientaciones más cientificistas.

En la actualidad los modelos teóricos que mantienen una explicación de la conducta humana fundamentándose en la importancia de los instintos proceden de la etología y es preciso aceptar que los estudios empíricos realizados son más rigurosos y las conclusiones menos dogmáticas que las de la antigua psicología del instinto.

Según las concepciones etológicas, la conducta instintiva tiene dos componentes: un comportamiento apetitivo (fase de exploración y esfuerzo, variable en cada especie e incluso en cada individuo) y un acto consumatorio (fase de meta) compuesto por movimientos de orientación y pautas fijas de acción.

El proceso instintivo, según Lorenz (1950), consta de dos elementos fundamentales: una presión interna para realizar la acción y una serie de estímulos apropiados que desencadenen dicha conducta. La energía específica de la acción se acumula, lo que, a su vez, produce una mayor presión para realizar la conducta apropiada. Este proceso sería virtualmente similar a la tendencia a salir que tiene el agua conforme aumenta la presión al ir llenando un depósito. El otro elemento fundamental, el estímulo señal, es un instigador que incita la realización de la conducta.

Articulo basado en el siguiente texto:

Chóliz (2004): Psicología de la Motivación: el proceso motivacional. http://www.uv.es/~choliz

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